La Nueva Frontera de la Ciberseguridad: Agentic AI y sus Riesgos Invisibles

Cuando la inteligencia artificial deja de responder y empieza a decidir, la seguridad ya no protege datos, protege intenciones.

Alejandro Vargas
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Alejandro Vargas
Alejandro Vargas
Consultor de Seguridad de la Información
Un apasionado del 'ethical hacking' desde su adolescencia, Alejandro ha dedicado su carrera a encontrar vulnerabilidades antes que los cibercriminales, trabajando como pentester para consultoras internacionales.
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Agentic AI, inteligencia artificial autónoma

La inteligencia artificial generativa ha dejado de ser una promesa de productividad para convertirse en una nueva capa de automatización empresarial. Sin embargo, en los próximos años, el verdadero salto no vendrá de los chatbots, sino de la Agentic AI, sistemas capaces de actuar de forma autónoma, tomar decisiones, ejecutar tareas y comunicarse con otras herramientas sin supervisión directa.

Estas IA con agencia, capaces de operar como asistentes digitales permanentes se están integrando rápidamente en las operaciones corporativas, desde marketing hasta seguridad.
Pero su adopción también inaugura una nueva superficie de ataque, difícil de prever y aún más difícil de controlar.

La Agentic AI es, en esencia, un espejo de la humanidad digital poderosa, adaptable y potencialmente impredecible.

¿Qué es realmente la Agentic AI?

Mientras los modelos de lenguaje (LLMs) como ChatGPT procesan información y generan texto, la Agentic AI va un paso más allá. No solo responde, actúa.

Un agente autónomo puede, por ejemplo:

  • Resumir correos y responderlos automáticamente.
  • Llamar a APIs, ejecutar scripts o modificar bases de datos.
  • Interactuar con otros agentes para lograr un objetivo común.

En términos prácticos, son empleados digitales que operan bajo instrucciones de alto nivel, pero con autonomía para decidir los pasos intermedios.

Gartner la posicionó como la tendencia tecnológica número uno del año, destacando su potencial para revolucionar la productividad empresarial. Sin embargo, cada línea de código que le da libertad a un agente también abre un vector de riesgo.

La nueva superficie de ataque: Autonomía sin supervisión

La Agentic AI representa un cambio profundo en el paradigma de seguridad, ya no se trata solo de proteger los datos o los accesos, sino de proteger las decisiones que la inteligencia artificial toma en nombre de la organización.

Un agente con acceso a sistemas internos, bases de clientes o repositorios de código puede ser manipulado, engañado o secuestrado digitalmente. Si un actor malicioso logra comprometerlo, el impacto podría ser devastador. Ejecución de órdenes financieras, filtración de datos sensibles o sabotaje operativo, todo sin intervención humana.

Uno de los mayores riesgos radica en el entorno de entrenamiento y operación. Un agente que navega por la web para recopilar información no distingue entre fuentes legítimas y maliciosas.

Un simple sitio con código incrustado o un prompt camuflado puede inyectar instrucciones ocultas, reprogramando al agente para exfiltrar datos o alterar su comportamiento. En otras palabras, la autonomía sin supervisión es un lujo que la seguridad no puede permitirse.

Los tres pilares de la seguridad en la era Agentic

A medida que los agentes autónomos se integran en procesos empresariales los equipos de ciberseguridad deben adoptar un nuevo marco de control. La defensa no puede limitarse a la capa de prompts o resultados; debe inspeccionar el proceso interno de toma de decisiones del agente.

1. Privacidad y protección de datos

Los agentes procesan volúmenes masivos de información corporativa. Esto exige:

  • Cifrado en tránsito y en reposo.
  • Controles de acceso basados en roles.
  • Auditorías periódicas sobre qué datos se procesan, cuándo y por quién.

Sin estos controles, los agentes pueden convertirse en canales inadvertidos de fuga de información.

2. Interpretación y control de prompts

El riesgo no siempre está en el código, sino en la intención mal interpretada. Un prompt ambiguo o manipulado puede desencadenar comportamientos no deseados.
Las organizaciones deben implementar pruebas de comportamiento, simulaciones adversarias y modelos de human-in-the-loop, donde un analista intervenga en decisiones críticas.

3. Gobernanza y cumplimiento ético

El desafío de la Agentic AI no es solo técnico, sino normativo. Cada decisión automatizada puede tener implicaciones legales o regulatorias (GDPR, ISO 42001, NIST AI RMF).
Por ello, la creación de marcos de gobernanza compartidos entre departamentos legales, técnicos y de riesgo será esencial para asegurar que la autonomía no cruce líneas éticas o de cumplimiento.

De la automatización a la corresponsabilidad

El atractivo de la Agentic AI radica en su promesa de eficiencia, agentes que trabajan sin descanso, gestionan tareas repetitivas y aprenden con el tiempo. Pero la misma autonomía que impulsa la productividad puede convertirse en un vector de colapso operativo si se ignoran los principios básicos de seguridad.

A medida que herramientas como Salesforce Agentforce, Microsoft Copilot Studio o AWS Bedrock Agents permiten a usuarios sin experiencia crear sus propios agentes, el riesgo de una democratización peligrosa se vuelve tangible.

El futuro no está en prohibir los agentes, sino en formar equipos capaces de auditarlos, comprenderlos y controlarlos. La seguridad no debe limitar su evolución, sino guiarla.

Conclusión: la próxima frontera del riesgo digital

La Agentic AI marca el inicio de una nueva fase en la inteligencia artificial corporativa:
una en la que los algoritmos no solo piensan, sino que deciden.

Los equipos de seguridad deben evolucionar al mismo ritmo, comprendiendo no solo el código, sino la intención detrás de cada acción automatizada. En esta nueva frontera, la observabilidad de las decisiones será tan importante como la observabilidad del tráfico.

El reto no es detener el avance, sino asegurarse de que la inteligencia autónoma sirva al negocio sin ponerlo en peligro. El futuro de la ciberseguridad no se medirá por cuántos agentes despleguemos, sino por cuántos podamos comprender, auditar y proteger.

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