El incremento de trabajo remoto y los modelos híbridos transformó la economía global. Flexibilidad, reducción de costos y acceso a talento global redefinieron la forma de operar de las empresas. Pero junto con esos beneficios, emergió una amenaza silenciosa: El fraude laboral digital.
Lo que antes parecía un fenómeno aislado, candidatos falsos o empleados que subcontratan su trabajo hoy es un problema de seguridad corporativa, financiera y reputacional.
Según el FBI Internet Crime Complaint Center (IC3), los reportes de fraude laboral relacionados con trabajo remoto aumentaron 54% en 2024, incluyendo casos de robo de identidad, espionaje corporativo y acceso no autorizado.
El mensaje es claro: El fraude laboral ya no es un engaño administrativo, sino una nueva modalidad de ataque dentro del ciberespacio corporativo.
De la oportunidad al abuso: Cómo el trabajo remoto se volvió terreno fértil
El trabajo remoto nació como respuesta a la pandemia, pero su adopción acelerada redujo la verificación humana y multiplicó los puntos ciegos. Hoy, el fraude laboral se manifiesta en tres formas principales:
1: Suplantación de identidad:
Candidatos que usan documentos manipulados, deepfakes o incluso terceros que se presentan a entrevistas virtuales. El FBI alertó desde 2023 sobre el auge de los “deepfake employment scams”, donde videos generados por IA permiten que impostores pasen entrevistas sin ser detectados.
2. Fraude por externalización o “polywork”:
Empleados que mantienen dos o más trabajos a tiempo completo o subcontratan su labor a freelancers en otros países. Aunque no siempre criminal, este modelo erosiona la productividad, vulnera la confidencialidad y puede romper contratos.
3. Infiltración o espionaje corporativo:
Casos como el documentado por Mandiant (2024), donde operadores norcoreanos se infiltraron en empresas estadounidenses de software, muestran el potencial geopolítico del fraude. En estos escenarios, el objetivo no es el salario, sino el acceso a datos, redes o propiedad intelectual.
Fraude laboral: Un nuevo vector de ciberataque
Un impostor con acceso remoto a sistemas críticos puede ser más peligroso que un malware. Bajo la apariencia de empleado legítimo, un atacante puede:
- Instalar software de acceso remoto no autorizado (RATs).
- Extraer datos sensibles o credenciales de VPN.
- Insertar keyloggers o puertas traseras invisibles.
Check Point Research (2024) documentó el caso de un “empleado remoto” que tras ser contratado como soporte técnico en una fintech, filtró 250 GB de datos de clientes antes de desaparecer. La identidad, el currículo y la VPN utilizada eran falsos.
En otras palabras, el fraude laboral es la nueva ingeniería social corporativa.
Señales de alerta: cómo detectar el fraude antes de que ocurra
Basado en reportes de Nisos (2025), CyberArk y Recorded Future, estas son las señales más comunes:
Antes de la contratación
- Inconsistencias entre currículum, LinkedIn y certificaciones.
- Falta total de huella digital o redes sociales.
- Referencias vagas o imposibles de verificar.
- Retrasos o desincronización entre rostro y voz durante entrevistas (posible deepfake).
Después de la contratación
- Desempeño inconsistente con el perfil técnico.
- Accesos desde IPs o zonas horarias irregulares.
- Uso constante de “mouse jigglers” o cámaras desconectadas.
- Solicitudes sospechosas de envío de equipos a terceros.
Incluso detalles sutiles como la incapacidad de hablar sobre su entorno (“¿cómo está el clima allá?”) pueden revelar un engaño remoto.
Por qué las políticas actuales no bastan
La mayoría de las empresas confía en verificaciones de antecedentes y entrevistas técnicas.
Pero las herramientas tradicionales de RR.HH. no fueron diseñadas para detectar identidades sintéticas, deepfakes o fraudes digitales complejos.
El Deloitte Cyber Workforce Study 2024 señala que el 72% de las organizaciones no cuenta con protocolos específicos para validar identidades digitales en procesos remotos. Ese vacío se ha convertido en un terreno fértil para la infiltración criminal y estatal.
Hacia una estrategia integral contra el fraude laboral
Para enfrentar esta amenaza creciente, las organizaciones deben pasar de la reacción al análisis estratégico. Las medidas más efectivas incluyen:
- Verificación biométrica y antifraude digital.
Uso de tecnologías de autenticación facial y detección de deepfakes durante el proceso de contratación. - Integración entre RR.HH., legal y ciberseguridad.
El fraude laboral no debe verse como un problema administrativo, sino como una amenaza híbrida. Los equipos deben compartir alertas, datos e inteligencia (OSINT) sobre anomalías en el personal. - Monitoreo de comportamiento digital.
Implementar análisis de comportamiento (UEBA) para detectar patrones atípicos en empleados remotos. - Auditoría de accesos y dispositivos.
Validar constantemente la geolocalización y los equipos registrados, aplicando políticas de Zero Trust. - Formación de líderes y reclutadores.
Educar a los responsables de talento en ciberseguridad humana, cómo identificar inconsistencias, cómo validar identidades y cómo actuar ante sospechas.
Conclusión: el enemigo también puede estar en la nómina
El fraude laboral no es un efecto colateral del trabajo remoto, sino su evolución natural en manos del crimen digital. En un entorno donde la identidad se puede falsificar con IA y las entrevistas se realizan por videollamada, la frontera del riesgo ya no está fuera de la organización, sino dentro.
No se trata de desconfiar de los empleados, sino de redefinir la confianza con verificación continua y colaboración entre áreas. Porque en la nueva economía del trabajo, el acceso remoto es un privilegio que también debe auditarse.

